El fútbol (y sus tácticas), como nada en el mundo, puede permanecer inmune a los cambios de las modas. Y algo que ha seguido el mismo camino que el VHS o los pantalones de campana ha sido la defensa de tres. Entre las grandes ligas de todo el continente, se pueden contar con los dedos de una mano los equipos que juegan con tres centrales. De hecho, el Bayern Munich es el único equipo que juega la Champions con tres atrás. Algo que puede (o no) explicar por qué, tras seis jornadas de la Bundesliga, el gigante bávaro se encuentra en mitad de tabla con ocho puntos. Bastante menos de lo que se esperaba del equipo en su temporada de vuelta al primer nivel continental.
Jürgen Klinsmann cogió las riendas del equipo este verano tras la marcha de Ottmar Hizfield y optó por jugar con un 3-5-2, después de jugar con un 4-4-2 mucho más ortodoxo hace dos años, cuando llevó a la selección alemana a las semifinales del Mundial. Pero quizá por inexperiencia o por quién sabe qué (recordemos que esta es la primera experiencia de Klinsmann en el banquillo de algún club), Klinsmann decidió renunciar a su propia fórmula y cambiar el sistema. Su lógica era bastante simple. Klinsmann quería tener un hombre más en el centro, basándose en la creencia de que es ahí donde se deciden los partidos (y a juzgar por la proliferación de sistemas de juego con un único delantero podemos deducir que muchos piensan como él). Sin embargo, quitar un delantero era un problema para Klinsmann, habida cuenta de que entre Klose y Toni marcaron sesenta goles la temporada pasada. Y así, en lugar de restar hacia arriba, Klinmann quitó de atrás (o puso), adelantando los lateral al medio e insertando un tercer central. De ahí salió su 3-5-2. Klinsmann sabía que no era una solución a largo plazo, que era algo coyuntural, y que en cuanto volviese Ribéry, lesionado en la Eurocopa, todo tendría que volver a ser como antes. Ahora Klinsmann se ha dado cuenta que algo así no puede ser momentáneo y que ni a corto plazo da resultados.
Sí, porque con ese sistema, el Bayern no jugó ni un sólo buen partido. Perdió la copa antes de comenzar la Bundesliga y ahora tiene ocho puntos de dieciocho. Un fracaso total. Hasta el punto que el pasado sábado frente al Hannover, Klinsmann volvió al 4-4-2 de siempre (aunque no se notó mucho la diferencia y el Bayern perdió 1-0). Lo interesante de este tema, más allá de la crisis del Bayern, y lo poco que miraron el mercado este verano, es saber por qué el 3-5-2 no funciona y por qué los esquemas con tres centrales están prácticamente extinguidos.
Hay dos razones fundamentales: La primera es que el famoso hombre de ventaja que 'da' el 3-5-2 en el centro del campo, desaparece en el momento que el equipo rival descuelga uno de sus dos delanteros o juega con un mediapunta. Ahí la situación queda en un cinco contra cinco, con los cinco defensas del equipo defendiendo a los cinco centrocampistas del rival y dejando sólo al delantero. Además, si el rival ataca por el lateral, el carrilero del equipo que juega con tres centrales siempre estará en desventaja, puesto que por su banda puede subir el lateral del equipo contrario, su interior y un centrocampista que apoye la jugada. Mientras, uno de los tres centrales tendría que dejar un gran zona desprotegida para ayudar a su compañero. La otra razón es que en un sistema de tres defensas, se necesita un jugador que sepa manejar el balón, darle salida, sumarse al ataque con criterio en un momento dado y con un bien disparo lejano. Matthias Sammer o Lottar Matthäus hacían eso en Alemania en los años '90. Pero, con todos los respetos, ni Van Buyten, ni Demichelis, ni Lucio (por mucha falsa fama que tenga), están en condiciones de ofrecerle ese servicio al Bayern y de que les comparen con el maestro de ese puesto, Franz Beckenbauer. Que debe asistir atónito a cómo alguien ha fagotizado el sistema que a él le recubrió de glorias.
¿Ha muerto el sistema de tres centrales? No necesariamente, pero sí tiene que ser replanteado. El sistema es totalmente incompatible con dos delanteros arriba. Por lo que el 3-5-2 de Klinsmann podríamos darlo por muerto al poco tiempo de nacer. En el fútbol actual, lo mejor (o lo único factible), si se apuesta por jugar con tres atrás, es un 3-4-3. Con sólo tres centrales, uno que sepa jugar con la pelota, cuatro centrocampistas no necesariamente defensivos todos ellos y arriba, acompañando al 'nueve' dos extremos trabajadores. ¿Quién sabe? Quizá sea la próxima gran revolución del fútbol. Pero no será Klinsmann el que se revolucione a sí mismo. Él ya ha tenido bastantes emociones con sus tres defensas y sus dos delanteros...
Jürgen Klinsmann cogió las riendas del equipo este verano tras la marcha de Ottmar Hizfield y optó por jugar con un 3-5-2, después de jugar con un 4-4-2 mucho más ortodoxo hace dos años, cuando llevó a la selección alemana a las semifinales del Mundial. Pero quizá por inexperiencia o por quién sabe qué (recordemos que esta es la primera experiencia de Klinsmann en el banquillo de algún club), Klinsmann decidió renunciar a su propia fórmula y cambiar el sistema. Su lógica era bastante simple. Klinsmann quería tener un hombre más en el centro, basándose en la creencia de que es ahí donde se deciden los partidos (y a juzgar por la proliferación de sistemas de juego con un único delantero podemos deducir que muchos piensan como él). Sin embargo, quitar un delantero era un problema para Klinsmann, habida cuenta de que entre Klose y Toni marcaron sesenta goles la temporada pasada. Y así, en lugar de restar hacia arriba, Klinmann quitó de atrás (o puso), adelantando los lateral al medio e insertando un tercer central. De ahí salió su 3-5-2. Klinsmann sabía que no era una solución a largo plazo, que era algo coyuntural, y que en cuanto volviese Ribéry, lesionado en la Eurocopa, todo tendría que volver a ser como antes. Ahora Klinsmann se ha dado cuenta que algo así no puede ser momentáneo y que ni a corto plazo da resultados.
Sí, porque con ese sistema, el Bayern no jugó ni un sólo buen partido. Perdió la copa antes de comenzar la Bundesliga y ahora tiene ocho puntos de dieciocho. Un fracaso total. Hasta el punto que el pasado sábado frente al Hannover, Klinsmann volvió al 4-4-2 de siempre (aunque no se notó mucho la diferencia y el Bayern perdió 1-0). Lo interesante de este tema, más allá de la crisis del Bayern, y lo poco que miraron el mercado este verano, es saber por qué el 3-5-2 no funciona y por qué los esquemas con tres centrales están prácticamente extinguidos.
Hay dos razones fundamentales: La primera es que el famoso hombre de ventaja que 'da' el 3-5-2 en el centro del campo, desaparece en el momento que el equipo rival descuelga uno de sus dos delanteros o juega con un mediapunta. Ahí la situación queda en un cinco contra cinco, con los cinco defensas del equipo defendiendo a los cinco centrocampistas del rival y dejando sólo al delantero. Además, si el rival ataca por el lateral, el carrilero del equipo que juega con tres centrales siempre estará en desventaja, puesto que por su banda puede subir el lateral del equipo contrario, su interior y un centrocampista que apoye la jugada. Mientras, uno de los tres centrales tendría que dejar un gran zona desprotegida para ayudar a su compañero. La otra razón es que en un sistema de tres defensas, se necesita un jugador que sepa manejar el balón, darle salida, sumarse al ataque con criterio en un momento dado y con un bien disparo lejano. Matthias Sammer o Lottar Matthäus hacían eso en Alemania en los años '90. Pero, con todos los respetos, ni Van Buyten, ni Demichelis, ni Lucio (por mucha falsa fama que tenga), están en condiciones de ofrecerle ese servicio al Bayern y de que les comparen con el maestro de ese puesto, Franz Beckenbauer. Que debe asistir atónito a cómo alguien ha fagotizado el sistema que a él le recubrió de glorias.
¿Ha muerto el sistema de tres centrales? No necesariamente, pero sí tiene que ser replanteado. El sistema es totalmente incompatible con dos delanteros arriba. Por lo que el 3-5-2 de Klinsmann podríamos darlo por muerto al poco tiempo de nacer. En el fútbol actual, lo mejor (o lo único factible), si se apuesta por jugar con tres atrás, es un 3-4-3. Con sólo tres centrales, uno que sepa jugar con la pelota, cuatro centrocampistas no necesariamente defensivos todos ellos y arriba, acompañando al 'nueve' dos extremos trabajadores. ¿Quién sabe? Quizá sea la próxima gran revolución del fútbol. Pero no será Klinsmann el que se revolucione a sí mismo. Él ya ha tenido bastantes emociones con sus tres defensas y sus dos delanteros...
1 comentario:
Se le nota que no ha tenido experiencia en banquillos de clubes. Y porque tiene el nombre que tiene, que si no, ya estaba en su casa de California, paseando por la playa con sus camisitas ajustadas.
El mayor problema del Bayern, para mí, es el centro del campo. Un equipo que juega habitualmente con Van Bommel y Zé Roberto, tiene un serio problemón. Y si para uno bueno que tienen que es Borowski, no lo pone...
Por otro lado, no entiendo qué tiene contra Podolski. Cuando entrenaba a la Selección, le dio total confianza y su rendimiento en el Mundial del 2006 fue brillante. Ahora en el Bayern, lo desprecia públicamente y aprovechando que Ribéry estaba lesionado, le podía haber apoyado más.
Por cierto, Rensing ya se puede ir entonando. A los que le defendemos, nos está dejando en muy mal lugar.
Un abrazo!
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