miércoles, 10 de septiembre de 2008

Ha caído una estrella (roja)


Zdenek Zeman es uno de esos personajes que desde los banquillos ha ayudado a engrandecer el fútbol. Un tipo curioso, misterioso. Quizá raro. Llevan años preguntándole por el riesgo que corria al perder su fútbol el misterio que lo convertía en práctico a la vez que agradable. Su respuesta siempre era la misma: gesto serio, calificar la pregunta de estúpida y decir que sus colegas no sabían nada de los métodos de Zeman. Siempre en tercera persona. Anteayer, el Estrella Roja de Belgrado decidió destituirle en el cargo, por séptima vez en su carrera y por sexta vez en los últimos doce años. Con lo que, una de dos: o los demás entrenadores conocen mucho de sus tácticas o él conoce bien poco de las tácticas de los demás entrenadores.

Su etapa en Serbia ha sido la más corta de su dilatada carrera; a penas tres partidos. La directiva de Belgrado decidió que ocho puntos de diferencia con respecto del rival (además rival de la ciudad), el Partizan, eran demasiados cuando sólo se han disputado nueve. Tampoco debió hacerles mucha gracia la eliminación en la primera ronda de la Uefa contra los chipriotas del Hapoel Nicosia por culpa del viejo vicio de los equipos de Zeman de encajar muchos goles (decisivo el rocambolesco 3-3 de Belgrado). Tres meses y diecisiete días ha durado al cargo del Estrella Roja y parecen ya perdido en el tiempo su imágen fotografiándose con la bufanda del club, como siempre, sin conceder apenas una sonrisa. La palabra de un hombre que creaba expectación por todo lo que decía, por lo que denunciaba, por como lo decía y por lo que callaba parece haber perdido, desde el punto de vista deportivo, todo su valor. El fútbol le ha hecho pagar sus acusaciones desmesuradas sobre el uso de fármacos en los grandes clubes y él no ha sabido responder con aquellas modernidades que en los años ochenta y en la primera mitad de los noventa le convirtieron en el 'profeta' del nuevo fútbol, admirado y respetado por auténticos maestros del fútbol como Arrigo Sacchi.

Tres partidos: dos derrotas y un empate. Puede que en Belgrado no hayan tenido ni el mínimo recomendable de paciencia, aunque tampoco él ha podido convencerles de que "no es ningún deshonor ser últimos, mejor últimos que sin dignidad" (como dijo en 2006, cuando entrenaba al Lecce, en referencia a la Juventus). Los jefes del Estrella Roja pensarán que en el fútbol lo que cuenta es ganar y las historias éticas se quedan en otros campos. Ahora vuelve a casa. A Italia, su patria adoptiva, como un perdedor. Como ha hecho tantas otras veces. Como cuando le despidió el Fenerbahçe en 1999 tras jugar diez partidos de liga.

En una ocasión, cuando pasó a la Lazio, su primer grande, le preguntaron sobre la presión que suponía cambiar Messina o Salernitana por la capital del viejo imperio. "El fútbol es siempre el mismo, ya sea en una ciudad pequeña o grande, el campo tiene las mismas medidas". Cierto, las dimensiones de los terrenos de juego no se han inmutado, pero el fútbol sí ha cambiado y parece que él no ha podido seguirle el ritmo. Sólo así se pueden explicar tantas cesiones en tan poco tiempo: la Lazio en 1997, después la Roma, el Fenerbahçe, el Napoli (estuvo seis partidos), la Salernitana y finalmente el Lecce antes de llegar al Estrella Roja. Allá a donde ha ido siempre ha generado mucha expectación, esperando que confirmase la calidad del equipo de turno como hizo a finales de los '80 con el Parma: una grandísima pretemporada, un espléndida victoria contra el Madrid de Butragueño y después una temporada insoportable que se acabó a los siete partidos para él.

Así ha transcurrido su carrera, entre despidos y nuevas esperanzas que siempre quedaron sin confirmar. Porque él consiguió el milagro con el Foggia (de la Serie B a la Uefa en dos temporadas), porque descubrió a Totò Schillaci en la Messina, porque revolucionó la manera de ver el fútbol en Italia con su peculiar 4-3-3. Pero de todo esto ya no queda nada más que un último puesto en la liga serbia y un adiós antes de tiempo. En Belgrado ha caído, definitivamente, una estrella.

3 comentarios:

Martín dijo...

Una pena, confieso que me cae bien el personaje, pero...se quiera o no, en el futbol, los resultados mandan, esa es la ley fundamental del mismo, sera injusta, pero...

Javi Saiz dijo...

Son ya casi 30 años en los banquillos y el tiempo pasa para casi todos, Zeman siempre ha sido un tipo muy cabezón consigo mismo, y creo que salvo en la Lazio tampoco sus estancias fueron muy duraderas. Pero desde que dejó a estos... de mal en peor, no ha sabido retirarse a tiempo.

saludos crack

Andrés Romero dijo...

Todo un personaje el checo. A mí, personalmente, no me pareció un técnico ganador y, por tanto, nunca me convenció.

Lazio y Roma ganaron el Scudetto después de que él se fuera. Lo cual no le deja en muy buen lugar. Un técnico ofensivo, atrevido, pero perdedor.


Un abrazo, amigo.

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Christian Castellanos Lijó, administrador de Curva Bianconera.