Agüero, Giovinco, Messi & cía.

El poder de los bajitos

Pequeños grandes jugadores. Cuerpos finos, camisetas pequeñas que resultan grandes. Pies pequeños. Pies explosivos. Miniaturas preciosas, pequeños genios. La 'bajeza' se abre paso en el fútbol moderno del tercer milenio, futbol de espaldas anchas, piernas largas y músculos que nos hacen ver la tele de plasma más grande. El Pocho Lavezzi, Giuseppe Rossi, Ribery, Rosina, Foggia, 'la pulga' Messi, Iniesta, Agüero, Giovinco y Buonanotte: los jefes de la banda. De arriba a bajo, del 1'73 de Lavezzi al 1'60 de Buonanotte, entre medias clase a raudales, magia pura, regates interminables, ganas de no crecer, sólo de ponerse de puntillas para parecer más altos.

Triunfan porque han sabido hacerse. Son rápidos, veloces, imprevisibles porque, como dijo aquél, si eres bajito tienes el cerebro más cerca de los pies y no derrochas tiempo pensando. Nos gustan porque vuelan alto, pero nos aguardan la sorpresa un poco más abajo, en la hierba, donde el fútbol todavía parece ser jugado por humanos, no de robots creados en laboratorios.
Ezequiel Lavezzi es uno de esos pequeños futbolistas que se ha crecido, "El Pocho", el pequeño, 173 cm, dribling en las piernas y la velocidad de los privilegiados. En Nápoles las comparaciones, inevitables por otra parte, no se han hecho esperar por parte de una afición ansiada de nuevas ilusiones tras años por las alcantarillas del fútbol. También otro bajito, Gargano les ayuda en esa difícil empresa: un gol a lo Maradona contra la Juve, recortando a toda la defensa como hizo el 10 en el '86 contra Bélgica. Roles distintos, pero la misma capacidad de cambiar un partido, centímetro arriba, centímetro abajo.

Otro, quizá repudiado por su altura en la tierra donde el músculo es más importante aún es Giuseppe Rossi, 1'73 m. oficiales, aunque probablemente exagerados, que en dos meses se ha apoderado de Villarreal. Imparable, con un repertorio de recursos infinito, marca que es un placer. Siete hasta la fecha, y ya hemos visto que la única manera de pararlo es con entradas agresivas, que le van a apartar de los terrenos de juego unas seis semanas. Precisamente en ese partido se vio las caras con otro de esos jugadores predeterminados al éxito, de los que nacen estrellas. Sergio Agüero es el encargado de rematar las ilusiones renovadas de los aficionados del Atlético de Madrid. En un metro y setenta y dos centímetros se concentran las esperanzas de una hinchada que le ha entronizado como nuevo ídolo rojiblanco. En él y en su capacidad para pasar ente las piernas de los troncos que intentan derribarle y rematar las jugadas con goles, que son amores.

La escala descendente que estamos tomando nos lleva ahora hasta Alemania, al Allianz Arena, donde hay un francés que le comparan con Zidane: Franck Ribéry, que no tiene la armonía, ni la elegancia de Zidane, pero puede que sea más práctico y más rápido. Se ha revelado como el líder del nuevo Bayern que causa sensación y temor a partes iguales en Alemania. Por esas tierras no recordaban nada parecido y la revista Kicker le está dando las mejores puntuaciones de la historia.

En Barcelona Ronaldinho se ha visto destronado por Leo Messi. Mucha gente dice que "la pulga" es el verdadero heredero de Maradona, y no sólo por la cualidades técnicas, que las tiene, sino porque ha emulado a Maradona en "la mano de Dios" y en el gol que en ese mismo partido le marcó a Inglaterra en el marco incomparable del Azteca, quitándose siete hombres de encima, a base de dribling. Un centímetro por debajo de él, tenemos a un compañero suyo en en Can Barça. Andrés Iniesta, oriundo de Extremadura y que si no fuera por su escasez de melanina, podríamos decir que viene de la tierra de Pelé. Es uno de esos futbolista que sí, tiene muy cerca el cerebro de los pies, y ha aprendido a suplir la escasez de recursos físicos con un gran repertorio técnico.
Continuando el descenso en nuestra escala de valores nos encotramos con la revolución de la Serie A. Alessandro Rosina, el faro del Toro con ambiciones europeas. Llegó medio rebotado del Parma, y en 11 jornadas se ha ganado algo más que el respeto de 'la otra parte' de Turín. De él podemos destacar muchas cualidades, todas excepcionales, y que en su caso compensan sólo la talla, puesto que 'Rosinaldo', como buen italiano, es un portento físico. Es un descarado, rápido, ágil, hábil y cuenta con una zurda que es un deleite para la vista. En su par encontramos a Pasquale Foggia. También comparado con Maradona, pero más bien por su carácter alocado que por sus cualidades técnicas, que tampoco le faltan. A él le gusta el espectáculo, no le vale irse de un rival, quiere irse humillándole y deleitando a la grada, le reta, le espera, le aguanta, y adiós.

Bajamos tres centímetros oficiales (reales sólo Dios sabe cuantos) para encontrarnos con Sebastian Giovinco, el último tesoro del calcio. Se ha rapado el pelo para parecer más alto o más bajo, no queda claro. Oficialmente mide un metro y sesenta y cuatro centímetros. El domingo pasado marcó un gol antológico a la Roma de libre directo. Él que no veía más allá de la barrera, obtenía el mismo beneficio. El portero desconcertado, y la bola que se cuela por el único espacio que veía el joven de la cantera de la Juve. Su labor en el Empoli es la de aparecer, regatear y desaparecer. Un auténtico crack.

En el décimo puesto, y cerrando esta particular clasificación, con su 1'60 m. se sitúa Diego Buonanotte, la zurda que está causando sensación en media Argentina. Cantera interminable de sueños y talentos. Sus comparaciones con Diego no van a tardar en llegar, comparten nombre y rivalidad, por lo que tendrá defensores y detractores a partes iguales. Tiene el desparpajo necesario en este tipo de futbolistas y como vemos en la imágen, el descaro para tirar un caño en el Superclásico argentino.

Aún siendo pequeños, llegarán alto. Crecerán mucho en su carrera, no como para ser más altos, pero sí para sentirse más felices.

Cuando la clase bate a los centímetros

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El más grande de los pequeños (¿hace falta decirlo?) ha sido Diego Armando Maradona. Altura declarada: 1'68 m, en los terrenos de juego, porque cuando Diego se quitaba las botas, apenas llegaba al 1'66. El director de la Gazzetta le llamó cariñosamente "aborto divino". En el fondo, Maradona es la demostración de que el fútbol es el deporte más 'democrático' que existe, porque si alguién como Maradona (bajito y con tendencia a engordar) es, casi por sufragio universal, el mejor del mundo, significa: 1- El Dios que distribuye el talento sabe de justicia; y 2- Hay esperanza para todos. También Pelé, que tenía un físico más compensado que Maradona, entra en esta clasificación con sus 1'72 metros. La galerlia de los grandes pequeños de la historia del fútbol comprende a hombres como Kevin Keegan (170 cm.); Gianfranco Zola, a quien bautizaron como "magic box (caja mágica)" en su etapa en el Chelsea (1'68 metros); Zico, con su metro setenta y dos; il Piccolo Prin­cipe Roby Baggio, que aseguraba medir 174 centímetros, pero que sólo le creían (y no todos los días) sus parientes más cercanos. También en España, concretamente en la Real Sociedad, hemos tenido a un jugador que medía poco, pero que tenía todos sus centímetros colapsados de calidad, Roberto López Ufarte, casí 500 partidos con la Real y 128 goles para sus 170 centímetros. Cómo no, en esta lista no puede faltar Romario, talento a raudales concentrados en 162 centímetros.

Pero si tenemos que destacar a alguién, al más bajo de todos, un hombre que prácticamente tenía el punto de vista a ras de tierra, el último futbolísta con cierta fama que se nos viene a la cabeza es el mítico Rui Barros, que estuvo en la Juventus durante dos temporadas. Las crónicas hablan de que medía 1'59 m. Casi, casi el único futbolista que entraba en los cromos a tamaño real.